- Cuénteme su recorrido dentro del periodismo de ámbito cultural. ¿Por qué decidió especializarse en él?
Estudié Periodismo con la resignación que implica pertenecer a ese encomiable porcentaje minoritario de personas que lo hacen porque les gusta escribir. El mundo de la cultura siempre me ha interesado en todas sus dimensiones... pero más como receptora que como transmisora. Pensé que una manera eficaz de descubrir si me podía gustar más lo de ser transmisora era cursando el máster de Cultura Contemporánea de la Fundación Ortega y Gasset y después de un año de aprendizaje y estímulos culturales continuo estuve trabajando en una agencia de comunicación y finalmente terminé derivando en la sección de cultura de La Razón.
- ¿Qué diferencia a un periodista especializado de uno generalista?
En realidad, el periodista especializado no se diferencia demasiado del generalista. A priori tiene un conocimiento mayor sobre un área concreta, pero en un periódico todos los compañeros están al tanto de lo que forma parte de la actualidad y acaban siendo un poco permeables al resto de secciones. Quizás tiene que fingir con más ahínco que sabe perfectamente de lo que habla porque los periodistas especializados somos expertos en eso, en aparentar que sabemos muchísimo sobre cualquier cosa.
- ¿Qué perfil consume periodismo cultural?
El promedio de personas que leen la sección de cultura de medios tradicionales de tirada nacional pertenece a la generación de nuestros padres, incluso a la de nuestros abuelos y son gente medianamente intelectual, pequeñoburguesa, sensible a cualquier tipo de manifestación cultural, curiosa y leída que cuenta con herramientas informativas suficientes como para querer y saber interpretar la realidad. En cambio, existen también revistas como “Jot Down”, “Yorokobu”, “So Film”, “Fotogramas”, “Teatros”, “El Duende”, “Vice” o “Ethic” en donde la edad y en ocasiones, la ideología del público que consume su contenido, cambia y disminuye considerablemente: aquí hablamos de un perfil más universitario, más disidente, más moderno...
- ¿En qué se basa para escribir sus artículos?
Generalmente siempre me nutro de la transcripción de las entrevistas semanales que hago a directores y actores, escritores o artistas, de los pases de las películas que tengo que ver. También ensayos o libros cuya referencia me sirve para aludir a autores o inspirarme sobre algún asunto específico, teletipos en alguna ocasión, ruedas de prensa que cubres previamente, acopio de conocimiento previo que acumulas o elementos propiamente experienciales que añades a la crónica de una exposición, por ejemplo.
- ¿Qué tipo de lenguaje se usa en el periodismo cultural?
Generalmente se utiliza un lenguaje específico que admite cultismos, alegorías, metáforas, hipérboles, expresiones elaboradas y alguna que otra licencia literaria, pero siempre teniendo en cuenta el factor informativo. Hay quien prefiere adaptar su lenguaje a un nivel más sencillo, más básico y menos rico en matices porque considera que la cultura tiene que ser accesible a todo el mundo.
- ¿Encuentra similitudes o diferencias a la hora de transmitir información por lenguaje escrito y medios digitales?
En el caso de las diferencias no es que las encuentre porque las haya per se, es que las sufro porque a veces me obligan a establecerlas... En nuestro caso, todo lo que llevamos en papel diariamente lo volcamos a la web a través de un programa que se llama Arc. Programamos con exactitud lo mismo que hemos llevado en papel ese día con la diferencia de que en ocasiones cambiamos el titular para que resulte más llamativo o añadimos alguna cosa en la entradilla que favorezca el condenado clickbait. La mayor diferencia que hay es el espacio y eso sí que es una ventaja maravillosa.
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